miércoles, 18 de mayo de 2011

Preciosa primavera

Domingo por la mañana, ¿es fácil levantarse a las seis y media? Te acuestas la noche anterior con las botas fuera del zapatero, como si así ya estuvieran en marcha, das las instrucciones pertinentes a los que se quedan en casa, ultimas preparativos y con la ilusión que me acostaba el día de reyes me voy a la cama. A la vez pienso, ¡¡madre mía! !Que madrugón para ser domingo, pero es quejarse de vicio, porque en realidad por mis venas corre la emoción de lo que me espera al día siguiente. Y así es. Al día siguiente todo son regalos, regalos gratuitos, como los de los Reyes Magos. Alguien me ha regalado unas piernas para andar, unos buenos amigos con los que compartir espectáculo, alguien me ha regalado la capacidad de admirar, de ver más allá, de sorprenderme de la simetría de una flor o de la permanencia en el tiempo de los muros de una masía, me regala un tiempo, la posibilidad de elegir dedicar ese tiempo a estar en el campo y no cualquier otra cosa… y muchos más. En fin, regalos gratuitos. Yo no he hecho méritos para estos regalos, son porque sí.  Pues por todos ellos, gracias.

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